Compañeros en la vida y en el campo de batalla, Pelópidas y Epaminondas fueron dos jóvenes tebanos que idearon una potente unidad de combate formada por parejas de amantes comprometidos a combatir hasta la muerte, el Batallón o Hueste Sagrada de Tebas.
Las habilidades militares de estos jóvenes, unidas a la fuerza del Batallón, permitieron a los tebanos lograr la victoria sobre Esparta y arrebatarle el puesto de potencia hegemónica de Grecia
Pelópidas y Epaminondas
Epaminondas nació en el seno de una familia humilde y es descrito como una persona discreta, reflexiva y prudente. Nunca se casó ni tuvo hijos y siempre sintió una gran pasión por la filosofía, especialmente por las enseñanzas del filósofo pitagórico Lisis de Tarento, que le condujeron a llevar un modo de vida casi ascético. También se decía del él que era incorruptible ya que en una ocasión un emisario persa trató de sobornarle y él le respondió: "No hace falta dinero, si lo que propone el Gran Rey es beneficioso para Tebas lo haré gratis. Pero si va contra los intereses de mi ciudad, no hay oro ni patria para comprarme ".
Pelópidas, por el contrario, procedía de una familia adinerada. Era enérgico e impulsivo y dedicaba su tiempo a entrenarse en la palestra, así como en ayudar a los más necesitados.
La amistad entre ambos surgió en el año 384 a.C en una expedición contra Mantinea, en la que combatieron como aliados de los espartanos. Cuando el ala espartana se derrumbó, los dos jóvenes unieron sus escudos y continuaron soportando el ataque de sus enemigos.
Tras recibir varias heridas Pelópidas cayó al suelo y Epaminondas se negó a abandonarlo. Poniendo en riesgo su propia vida, continuó luchando a su lado hasta que el resto del ejército acudió en su auxilio.
Liberación de Tebas
Tras la Guerra del Peloponeso Tebas mantuvo su alianza con Esparta. Sin embargo la política de la ciudad estaba dividida en dos grupos de opinión claramente diferenciados: la facción antiespartana, liderada por el polemarco Ismenias, y la facción proespartana, liderada por el polemarco Leontiadas.
En el año 382 a.C, aprovechando que el Consejo tebano se encontraba reunido en el ágora y que las calles estaban desiertas, Leontiadas abrió las puertas al ejército espartano y lo guió hasta la Cadmea, la ciudadela de Tebas.
Tras asentar una guarnición en este lugar, los espartanos se dirigieron al ágora, asesinaron o encarcelaron a los rivales políticos de Leontiadas y se hicieron con el control de la ciudad.
Sin embargo un grupo de políticos, entre los que se encontraba Pelópidas logró escapar y refugiarse en Atenas. En su exilio, Pelópidas animó a los suyos a levantarse contra los espartanos y junto a Epaminondas, concibió un plan para expulsarlos de la ciudad.
Vestidos de mujeres, Pelópidas y sus hombres se infiltraron en un banquete celebrado por los espartanos. Cuando estos estaban relajados y bebidos, los exiliados tebanos, ayudados por Epaminondas y un grupo de jóvenes voluntarios, se abalanzaron sobre sus enemigos ocasionando una gran matanza.
Una vez eliminado el grueso de las tropas espartanas los tebanos se dirigieron a las prisiones, liberaron y armaron a los cautivos y sitiaron la Cadmea. Viéndose rodeados y superados en número, los espartanos no tuvieron más remedio que entregarla.
Comienza la guerra
Tras derrotar a varios contingentes espartanos, que habían sido enviados para reconquistar la ciudad, Pelópidas decidió pasar a la ofensiva y puso en marcha una expedición contra la ciudad Beocia de Orcómeno. Pero el asalto a la ciudad fracasó y en su retirada, los tebanos tuvieron que hacer frente a dos compañías espartanas.
En esta batalla, Pelópidas situó a la caballería en vanguardia y reunió en una formación cerrada a sus trescientos hoplitas, dando lugar al nacimiento de la unidad de combate más famosa del ejército tebano, el Batallón Sagrado.
El batallón era una unidad de élite que se destinaba a las misiones más peligrosas. Estaba formado por 150 parejas de amantes, cada una de las cuales incluía un guerrero veterano, de entre veinticinco y treinta años, denominado erastés o amante, y un joven de unos dieciocho años, el erómenos o amado.
Esta unidad buscaba estimular el espíritu combativo de sus miembros y su fuerza se basaba en la siguiente idea recogida por Plutarco: "Para varones de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y será invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados a la vista de sus amantes, deseosos se arrojarán al peligro para el alivio de unos y otros".
La eficacia de esta unidad permitió a los tebanos conseguir la victoria y poner en fuga al ejército espartano.
Batalla de Leuctra
En el año 371 a.C. se celebró en Esparta un congreso de paz al que fueron invitados representantes de todos los Estados griegos. Epaminondas acudió en calidad de beotarca o magistrado de Beocia, pero acabó entrando en conflicto con el rey espartano Agesilao. Con el fin de contrarrestar el creciente poder de Tebas, Agesilao sólo le permitió firmar el tratado en nombre de su ciudad y no de toda Beocia, a lo que Epaminondas respondió: "Pues entonces que las ciudades de Laconia y Mesenia también se independicen y firmen por su cuenta".
Sus palabras enfurecieron al rey Espartano, que decidió eliminar a Tebas del tratado y preparar una invasión contra la ciudad.
Tras el fracaso de las negociaciones de paz Tebas quedó aislada y superada numéricamente. Aun así Epaminondas se sirvió del vaticinio del oráculo para convencer a los suyos de que lograrían la victoria si presentaban batalla en la llanura de Leuctra, lugar en el que según la tradición, unas doncellas se habían suicidado tras ser violadas por los espartanos.
La batalla de Leuctra fue decisiva ya que marcó el principio del fin de la hegemonía espartana en Grecia. Los espartanos, bajo el mando del rey Cleómbroto, formaron al modo tradicional, situando a sus aliados en el ala izquierda de la formación para que hicieran frente a las mejores unidades del ejército enemigo. Su misión era resistir el tiempo suficiente hasta que los espartanos, situados en el ala derecha, derrotasen a sus enemigos y luego fueran en su ayuda.
Pelópidas y Epaminondas, por el contrario, decidieron romper con la formación tradicional y se situaron en el ala izquierda para combatir a la élite de las tropas espartanas al frente del Batallón Sagrado.
La batalla comenzó con el enfrentamiento entre ambas caballerías, que terminó con la victoria tebana. Los jinetes espartanos huyeron y buscaron la protección de la infantería, lo que causó un cierto desorden en su formación. Después los tebanos avanzaron en diagonal, utilizando una técnica conocida como orden oblicuo, y lograron romper las líneas de los que hasta ese momento eran considerados los mejores guerreros de Grecia.
El rey espartano fue uno de los primeros en caer e inmediatamente su ejército comenzó a retroceder, siendo derrotado de manera aplastante.
Invasión de Esparta
Tras la batalla de Leuctra, los aliados forzosos de Esparta comenzaron a rebelarse y formaron la llamada Liga Arcadia. El rey espartano Agesilao organizó un ataque contra Mantinea, cabecilla de la rebelión, pero la ciudad pidió ayuda a los tebanos y Pelópidas y Epaminondas se pusieron al frente de un ejército que invadió el Peloponeso en el invierno del año 370 a.C.
Ante la inminente invasión tebana la mayoría de los ilotas huyeron y los periecos se resistieron a tomar las armas, lo que obligó a Agesilao a solicitar la ayuda de ciudades como Corinto, Fliunte, Pelene, Epidauro y Sición.
Los tebanos, ayudados por aqueos y acadios, devastaron Lacedemonia y atacaron la ciudad de Esparta, que a pesar de todo logró resistir.
Epaminondas liberó Mesenia, que había sufrido más de trescientos años de servidumbre, y la repobló animando a los ilotas y mesenios huidos a regresar a su patria. También fundó su nueva capital, Mesene, en 369 a.C., así como la gran ciudad de Megalópolis, que se convirtió en la sede de la Liga Arcadia. Mientras tanto, Pelópidas se encargó de imponer la ley de Tebas en toda Beocia y la regiones limítrofes.
La muerte de los héroes
En el año 366 a.C., Pelópidas respondió a la petición de ayuda de los tesalios y fue hecho prisionero de Alejandro, tirano de la ciudad de Feras. Al enterarse de lo ocurrido, Epaminondas se puso al frente del ejército tebano y sitió la ciudad, obligando a Alejandro a firmar una tregua a cambio de la liberación de su compañero.
Dos años más tarde Pelópidas acudió de nuevo en ayuda de los tesalios y se enfrentó al ejército de Alejandro en Cinoscéfalas. Pero en esta ocasión su arrojo y temeridad le costaron la vida.
Tras dar la orden de ataque a la caballería, Pelópidas avanzó entre los suyos para combatir en primera línea. Cuando al fin se encontró frente a Alejandro, uno de los guardias personales del tirano logró atravesar su armadura con su lanza, arrebatándole la vida.
Alejandro fue derrotado pero los tebanos lloraron la pérdida de su general. Los tesalios, como gesto de agradecimiento, se ofrecieron a llevar el cuerpo de Pelópidas de vuelta a Tebas, donde fueron realizados unos magníficos funerales en su honor.
Epaminondas no estuvo presente en esa batalla pero encontró la muerte de forma similar. En el año 362 a.C. invadió por cuarta vez el Peloponeso para atacar Mantinea, ya había abandonado su alianza con Tebas para unirse a Esparta.
En esta ocasión los tebanos se enfrentaron a las fuerzas aliadas de Mantinea, Esparta y también Atenas, que comenzaba a sentirse recelosa del rápido ascenso de Tebas.
La batalla tuvo lugar en Mantinea. El ejército antitebano, formado por unos 20.000 hombres, se situó entre dos elevaciones del terreno para proteger sus flancos. Los mantineos y los espartanos ocuparon el ala derecha, el lugar de honor, mientras que los atenienses se situaron en el ala izquierda.
Epaminondas dispuso a su caballería e infantería ligera en la colina situada junto a los atenienses, para impedirles avanzar por miedo a ser rodeados y atacados por la espalda. Después se puso al frente de sus tropas y, utilizando de nuevo la técnica del orden oblicuo, se lanzó al ataque.
Los tebanos rompieron una vez más las filas de sus enemigos y los pusieron en fuga. Pero en medio del caos organizado por la desbandada de las tropas una lanza arrojada al azar alcanzó a Epaminondas. Herido de muerte, Epaminondas recibió la noticia de su victoria y pronunció sus últimas palabras: "He vivido suficiente, ya que muero sin haber sido derrotado jamás".
Las habilidades militares de estos jóvenes, unidas a la fuerza del Batallón, permitieron a los tebanos lograr la victoria sobre Esparta y arrebatarle el puesto de potencia hegemónica de Grecia
Pelópidas y Epaminondas
Epaminondas nació en el seno de una familia humilde y es descrito como una persona discreta, reflexiva y prudente. Nunca se casó ni tuvo hijos y siempre sintió una gran pasión por la filosofía, especialmente por las enseñanzas del filósofo pitagórico Lisis de Tarento, que le condujeron a llevar un modo de vida casi ascético. También se decía del él que era incorruptible ya que en una ocasión un emisario persa trató de sobornarle y él le respondió: "No hace falta dinero, si lo que propone el Gran Rey es beneficioso para Tebas lo haré gratis. Pero si va contra los intereses de mi ciudad, no hay oro ni patria para comprarme ".
Pelópidas, por el contrario, procedía de una familia adinerada. Era enérgico e impulsivo y dedicaba su tiempo a entrenarse en la palestra, así como en ayudar a los más necesitados.
La amistad entre ambos surgió en el año 384 a.C en una expedición contra Mantinea, en la que combatieron como aliados de los espartanos. Cuando el ala espartana se derrumbó, los dos jóvenes unieron sus escudos y continuaron soportando el ataque de sus enemigos.
Tras recibir varias heridas Pelópidas cayó al suelo y Epaminondas se negó a abandonarlo. Poniendo en riesgo su propia vida, continuó luchando a su lado hasta que el resto del ejército acudió en su auxilio.
Liberación de Tebas
Tras la Guerra del Peloponeso Tebas mantuvo su alianza con Esparta. Sin embargo la política de la ciudad estaba dividida en dos grupos de opinión claramente diferenciados: la facción antiespartana, liderada por el polemarco Ismenias, y la facción proespartana, liderada por el polemarco Leontiadas.
En el año 382 a.C, aprovechando que el Consejo tebano se encontraba reunido en el ágora y que las calles estaban desiertas, Leontiadas abrió las puertas al ejército espartano y lo guió hasta la Cadmea, la ciudadela de Tebas.
Tras asentar una guarnición en este lugar, los espartanos se dirigieron al ágora, asesinaron o encarcelaron a los rivales políticos de Leontiadas y se hicieron con el control de la ciudad.
Sin embargo un grupo de políticos, entre los que se encontraba Pelópidas logró escapar y refugiarse en Atenas. En su exilio, Pelópidas animó a los suyos a levantarse contra los espartanos y junto a Epaminondas, concibió un plan para expulsarlos de la ciudad.
Vestidos de mujeres, Pelópidas y sus hombres se infiltraron en un banquete celebrado por los espartanos. Cuando estos estaban relajados y bebidos, los exiliados tebanos, ayudados por Epaminondas y un grupo de jóvenes voluntarios, se abalanzaron sobre sus enemigos ocasionando una gran matanza.
Una vez eliminado el grueso de las tropas espartanas los tebanos se dirigieron a las prisiones, liberaron y armaron a los cautivos y sitiaron la Cadmea. Viéndose rodeados y superados en número, los espartanos no tuvieron más remedio que entregarla.
Comienza la guerra
Tras derrotar a varios contingentes espartanos, que habían sido enviados para reconquistar la ciudad, Pelópidas decidió pasar a la ofensiva y puso en marcha una expedición contra la ciudad Beocia de Orcómeno. Pero el asalto a la ciudad fracasó y en su retirada, los tebanos tuvieron que hacer frente a dos compañías espartanas.
En esta batalla, Pelópidas situó a la caballería en vanguardia y reunió en una formación cerrada a sus trescientos hoplitas, dando lugar al nacimiento de la unidad de combate más famosa del ejército tebano, el Batallón Sagrado.
El batallón era una unidad de élite que se destinaba a las misiones más peligrosas. Estaba formado por 150 parejas de amantes, cada una de las cuales incluía un guerrero veterano, de entre veinticinco y treinta años, denominado erastés o amante, y un joven de unos dieciocho años, el erómenos o amado.
La eficacia de esta unidad permitió a los tebanos conseguir la victoria y poner en fuga al ejército espartano.
Batalla de Leuctra
En el año 371 a.C. se celebró en Esparta un congreso de paz al que fueron invitados representantes de todos los Estados griegos. Epaminondas acudió en calidad de beotarca o magistrado de Beocia, pero acabó entrando en conflicto con el rey espartano Agesilao. Con el fin de contrarrestar el creciente poder de Tebas, Agesilao sólo le permitió firmar el tratado en nombre de su ciudad y no de toda Beocia, a lo que Epaminondas respondió: "Pues entonces que las ciudades de Laconia y Mesenia también se independicen y firmen por su cuenta".
Sus palabras enfurecieron al rey Espartano, que decidió eliminar a Tebas del tratado y preparar una invasión contra la ciudad.
Tras el fracaso de las negociaciones de paz Tebas quedó aislada y superada numéricamente. Aun así Epaminondas se sirvió del vaticinio del oráculo para convencer a los suyos de que lograrían la victoria si presentaban batalla en la llanura de Leuctra, lugar en el que según la tradición, unas doncellas se habían suicidado tras ser violadas por los espartanos.
La batalla de Leuctra fue decisiva ya que marcó el principio del fin de la hegemonía espartana en Grecia. Los espartanos, bajo el mando del rey Cleómbroto, formaron al modo tradicional, situando a sus aliados en el ala izquierda de la formación para que hicieran frente a las mejores unidades del ejército enemigo. Su misión era resistir el tiempo suficiente hasta que los espartanos, situados en el ala derecha, derrotasen a sus enemigos y luego fueran en su ayuda.
Pelópidas y Epaminondas, por el contrario, decidieron romper con la formación tradicional y se situaron en el ala izquierda para combatir a la élite de las tropas espartanas al frente del Batallón Sagrado.
La batalla comenzó con el enfrentamiento entre ambas caballerías, que terminó con la victoria tebana. Los jinetes espartanos huyeron y buscaron la protección de la infantería, lo que causó un cierto desorden en su formación. Después los tebanos avanzaron en diagonal, utilizando una técnica conocida como orden oblicuo, y lograron romper las líneas de los que hasta ese momento eran considerados los mejores guerreros de Grecia.
El rey espartano fue uno de los primeros en caer e inmediatamente su ejército comenzó a retroceder, siendo derrotado de manera aplastante.
Invasión de Esparta
Tras la batalla de Leuctra, los aliados forzosos de Esparta comenzaron a rebelarse y formaron la llamada Liga Arcadia. El rey espartano Agesilao organizó un ataque contra Mantinea, cabecilla de la rebelión, pero la ciudad pidió ayuda a los tebanos y Pelópidas y Epaminondas se pusieron al frente de un ejército que invadió el Peloponeso en el invierno del año 370 a.C.
Ante la inminente invasión tebana la mayoría de los ilotas huyeron y los periecos se resistieron a tomar las armas, lo que obligó a Agesilao a solicitar la ayuda de ciudades como Corinto, Fliunte, Pelene, Epidauro y Sición.
Los tebanos, ayudados por aqueos y acadios, devastaron Lacedemonia y atacaron la ciudad de Esparta, que a pesar de todo logró resistir.
Epaminondas liberó Mesenia, que había sufrido más de trescientos años de servidumbre, y la repobló animando a los ilotas y mesenios huidos a regresar a su patria. También fundó su nueva capital, Mesene, en 369 a.C., así como la gran ciudad de Megalópolis, que se convirtió en la sede de la Liga Arcadia. Mientras tanto, Pelópidas se encargó de imponer la ley de Tebas en toda Beocia y la regiones limítrofes.
La muerte de los héroes
En el año 366 a.C., Pelópidas respondió a la petición de ayuda de los tesalios y fue hecho prisionero de Alejandro, tirano de la ciudad de Feras. Al enterarse de lo ocurrido, Epaminondas se puso al frente del ejército tebano y sitió la ciudad, obligando a Alejandro a firmar una tregua a cambio de la liberación de su compañero.
Dos años más tarde Pelópidas acudió de nuevo en ayuda de los tesalios y se enfrentó al ejército de Alejandro en Cinoscéfalas. Pero en esta ocasión su arrojo y temeridad le costaron la vida.
Tras dar la orden de ataque a la caballería, Pelópidas avanzó entre los suyos para combatir en primera línea. Cuando al fin se encontró frente a Alejandro, uno de los guardias personales del tirano logró atravesar su armadura con su lanza, arrebatándole la vida.
Alejandro fue derrotado pero los tebanos lloraron la pérdida de su general. Los tesalios, como gesto de agradecimiento, se ofrecieron a llevar el cuerpo de Pelópidas de vuelta a Tebas, donde fueron realizados unos magníficos funerales en su honor.
Epaminondas no estuvo presente en esa batalla pero encontró la muerte de forma similar. En el año 362 a.C. invadió por cuarta vez el Peloponeso para atacar Mantinea, ya había abandonado su alianza con Tebas para unirse a Esparta.
En esta ocasión los tebanos se enfrentaron a las fuerzas aliadas de Mantinea, Esparta y también Atenas, que comenzaba a sentirse recelosa del rápido ascenso de Tebas.
La batalla tuvo lugar en Mantinea. El ejército antitebano, formado por unos 20.000 hombres, se situó entre dos elevaciones del terreno para proteger sus flancos. Los mantineos y los espartanos ocuparon el ala derecha, el lugar de honor, mientras que los atenienses se situaron en el ala izquierda.
Epaminondas dispuso a su caballería e infantería ligera en la colina situada junto a los atenienses, para impedirles avanzar por miedo a ser rodeados y atacados por la espalda. Después se puso al frente de sus tropas y, utilizando de nuevo la técnica del orden oblicuo, se lanzó al ataque.
Los tebanos rompieron una vez más las filas de sus enemigos y los pusieron en fuga. Pero en medio del caos organizado por la desbandada de las tropas una lanza arrojada al azar alcanzó a Epaminondas. Herido de muerte, Epaminondas recibió la noticia de su victoria y pronunció sus últimas palabras: "He vivido suficiente, ya que muero sin haber sido derrotado jamás".
Bibliografía:
-ASIMOV, I., Los griegos, Madrid, Alianza Editorial, 1988.
-AA.VV., Historia de Grecia Antigua, Madrid, Cátedra.
-JENOFONTE, Helénicas, Madrid, Alianza, 1989.
-NEGRETE, J., La gran aventura de los griegos, Madrid, La esfera de los libros, 2009.
-SÁNCHEZ, J.P., El mundo de Alejandro, Historia. National Geographic. Especial Grecia, el apogeo de una Civilización.
-SÁNCHEZ, J.P., Guerreros de Tebas, Historia. National Geographic, nº111.
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