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Orfeo guiando a Eurídice desde el Infierno, J.B.Corot, 1861 |
Orfeo nació en el monte Ródope. Era hijo de Eagro, rey de Tracia, y de la musa Calíope, y menudo frecuentaba el Olimpo, encantando con
sus canciones las laderas del Parnaso y del monte Helicón. Fue teólogo, poeta y un célebre músico. Desde muy joven se dedicó al estudio
de la religión, lo que le llevó a recorrer Egipto con el fin de
consultar a los sacerdotes de ese país a cerca de los misterios de Isis
y Osiris. También visitó Fenicia, Asia Menor y Samotracia y, tras
regresar a su país natal, compartió con los suyos sus conocimientos
sobre astronomía, el origen del mundo y de los dioses, la interpretación
de los sueños y la expiación de los crímenes.
Cantó las aventuras de héroes y dioses como la guerra de los Titanes,
el rapto de Perséfore o los trabajos de Hércules, estableció las fiestas de Baco y Ceres y fue considerado el padre de la teología pagana.
Aprendió
de su madre el arte de tocar la lira, instrumento que Apolo le regaló y
que además él perfeccionó añadiéndole dos cuerdas más. Su voz, unida a
éste instrumento, lograba apaciguar a los animales salvajes, disipaba las
tormentas y embelesaba a hombres y dioses. Incluso las piedras y los
árboles acudían a escucharle.
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La muerte de Eurídice, Ary Scheffer, 1814 |
Tras este suceso Orfeo quedó inconsolable. Pidió ayuda a las
divinidades del cielo y al no recibir respuesta, decidió ir a
buscarla al lugar al que ningún hombre vivo podía entrar, el reino de
Hades. Empleando sus habilidades con la música y el canto, Orfeo logró conmover a
Caronte para que aceptara a transportarle en su barca a través de
la laguna Estigia. También Cerbero, el perro guardián de tres cabezas, le permitió el paso.
En
su camino, Orfeo se cruzó con varios condenados como las hijas de
Danao, Tántalo, Sísifo e Ixión. Logró conmover a las Furias, por cuyos
ojos rodaron por primera vez lágrimas y finalmente llegó ante el trono
de Hades, junto al cual se encontraba su esposa Perséfore. Tocando sus
más dulces notas, Orfeo trató de ablandar su corazón: "Dios
de los infiernos, permitid que regrese mi único amor, que murió
demasiado pronto o, si no puede ser, acepta dos víctimas en lugar de
una. No me dejes volver solo a la tierra".
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Orfeo y Eurídice, Kratzenstein, 1806 |
Orfeo emprendió el camino de regreso a través de una abrupta y oscura pendiente, evitando mirar a su alrededor para
comprobar que Eurídice le seguía. Cuando tan solo le quedaban unos pasos para salir del inframundo su impaciencia le venció y se giró para ver a su amada, incumpliendo la promesa que había hecho al dios de los muertos. Como castigo, Eurídice le fue inmediatamente arrebatada.
Orfeo, afligido, trató de volver a entrar en la mansión de Hades
pero esta vez Caronte se negó a transportarlo. Por ello permaneció
siete días en las orillas del Aqueronte, con los ojos inundados en
lágrimas, incapaz de hablar o cantar y con el único deseo de privarse de
comida para morir.
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La muerte de Orfeo É. Lévy, 1866 |
Armadas
con tirsos, vestidas con pieles de ciervo y adornadas con hojas de parra, las bacantes bailaron para él y le animaron a unirse a ellas. Cuando vieron que
Orfeo trataba de huir le persiguieron y le dieron caza. Lo asaltaron por todos lados, lo
apedrearon y rompieron su lira en pedazos. El ruido de sus tambores
apagó la voz de Orfeo que era lo único capaz de conmoverlas. Las
bacantes destrozaron su cuerpo y arrojaron sus extremidades al río, que a su vez
las llevó al mar. Sus restos fueron recogidos en la isla de Lesbos,
donde fue enterrado por las musas.
Bibliografía:
-AA.VV., Cultura Clásica, Barcelona, Edebé, 2003.
-HOPE MONCRIEFF, A.R., Mitología Clásica, Madrid, Edimat libros, 2012.
-OVIDIO, Metamorfosis, Madrid, Alianza Editorial, 2001.
-AA.VV., Cultura Clásica, Barcelona, Edebé, 2003.
-HOPE MONCRIEFF, A.R., Mitología Clásica, Madrid, Edimat libros, 2012.
-OVIDIO, Metamorfosis, Madrid, Alianza Editorial, 2001.
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