Diomedes, rey de Tracia, tenía unas yeguas a las que alimentaba con carne humana. Las mantenía siempre encadenadas y les ofrecía como alimento a sus propios huéspedes.
Heracles, con la ayuda de varios voluntarios, se enfrentó a Diomedes, consiguió vencerle y arrojarlo a los pies de las salvajes yeguas, que no dudaron en devorarlo
Una vez saciados los animales se volvieron mansos y Heracles pudo llevarlos a Micenas, donde fueron ofrecidos como regalo a la diosa Hera.
Según la leyenda, de una de esas yeguas descendía Bucéfalo, el caballo de Alejandro Magno.
Bibliografía:
-AA.VV., Cultura Clásica, Edebé, Barcelona, 2004.
-AA.VV., Mitología clásica e iconografía cristiana, Madrid, Editorial Ramón Areces, 2010.
-HOPE MONCRIEFF, A.R., Mitología Clásica, Madrid, Edimat Libros, 2012.
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