En una ocasión, un joven de origen humilde se enamoró de una muchacha muy rica. Pero la madre de ésta no lo aceptó y no descansó hasta conseguir que el joven muriera.
Cuando esto sucedió, su cuerpo fue incinerado en una pira y nadie pudo evitar que la muchacha se arrojase al fuego y muriera junto a su amado. Al apagarse las llamas, la madre de la joven descubrió que los huesos de ambos habían quedado entrelazados. Con grandes esfuerzos logró separarlos y los enterró en orillas opuestas de un río.
De los restos de los jóvenes nacieron dos árboles, que crecieron hasta llegar a entrelazar sus ramas. Esto enfureció a la madre, que los mandó talar. Después los espíritus de los jóvenes se transformaron en pájaros y los mandó matar.
Finalmente el espíritu del joven se fue a las regiones del té, y el de la muchacha a las regiones de la sal, y ambos lograron reunirse en el más extraño de los lugares, el té con sal tibetano.
AA.VV., Cultura Clásica, Barcelona, Edebé, 2004.
linda historia!!!
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