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martes, 28 de junio de 2016

Boudica, la venganza de una reina

       A comienzos del reinado de Nerón, varias tribus celtas se sublevaron contra la dominación romana en Britania. La figura clave de esta rebelión fue la reina Boudica. Bajo su mando y confiando en su superioridad numérica, los celtas arrasaron los asentamientos romanos más importantes, entre ellos la ciudad de Londinium, la actual Londres.

La reina Boudica
       Boudica pertenecía al pueblo iceno, una tribu celta que habitaba las tierras situadas en el actual condado de Norfolk, al este de Inglaterra. Descendía de una familia aristocrática y ascendió al trono mediante su matrimonio con Prasutagus, rey de los icenos. El historiador romano Dión Casio la describe como una mujer de gran estatura, voz áspera, mirada fiera y aspecto aterrador. Su cabello era pelirrojo y le llegaba hasta la cintura. Vestía una túnica de múltiples colores y un manto grueso y en su cuello llevaba un torque de oro, símbolo característico de la nobleza celta.
        En el año 43 a.C., Prasutagus se convirtió en aliado de de Roma y ofreció ayuda a las tropas del emperador Claudio en la conquista de Britania. Con el fin de garantizar la seguridad de su familia y de su pueblo redactó un testamento, en el que nombró herederos de su reino tanto a sus dos hijas como al César.

Rebelión 
       Por causas que se desconocen, Prasutagus murió en el año 60 d.C y Roma acudió rápidamente a reclamar su herencia. Apoyándose en la ley romana que, a diferencia de las costumbres celtas, no reconocía el derecho de las mujeres a gobernar, los romanos devastaron el pueblo iceno, esclavizaron a parte de la población y se apropiaron de todos sus bienes.
       Ante esta situación Boudica se rebeló y Roma respondió de forma brutal, la reina fue desnudada y azotada frente a su pueblo y sus dos hijas violadas.
        Furiosa por el trato que había recibido y deseosa de cobrarse su venganza, Boudica pidió ayuda a un pueblo cercano, los trinovantes, situados algo más al sur que los icenos. La reina les convenció para levantarse en armas contra los romanos y a ella se unieron otros pueblos que se negaban a seguir viviendo bajo la dominación romana. Reconociendo su posición y habilidad para el combate, Boudica fue nombrada líder de la rebelión.


Conquistas
      Tras ser incorporado al Imperio Romano, el sureste de Britania había experimentado un rápido proceso de romanización, que dio lugar a la aparición de importantes núcleos urbanos como Londinium, Camulodunum, la actual Colchester, y Verulamium.
        En primer lugar, Boudica condujo a sus tropas a Camulodunum, la capital de la provincia, una colonia de veteranos que se habían apropiado de las viviendas y tierras de los celtas.
      A pesar de su importancia, este asentamiento carecía de defensas y Boudica sometió rápidamente la ciudad en un ataque por sorpresa. Un grupo de soldados romanos logró atrincherarse en el templo, donde resistieron a dos duros días de asedio. Entre estos guerreros se encontraba Cayo Suetonio Paulino, uno de los mejores generales de Roma, conquistador de Mauritania y gobernador de Britania desde el 59 d.C.
       Tras enterarse de la derrota de la IX Legión, que había acudido en auxilio de la ciudad, Suetonio logró salir del templo, pasar entre las tropas enemigas y huir a la ciudad de Londinium. 
     Londinium contaba con un gran número de habitantes sin embargo era un asentamiento de carácter puramente comercial. Al darse cuenta de que en este lugar no disponía de suficientes tropas para frenar el avance de los celtas, Suetonio se vio obligado a tomar una dura decisión. Reunió a los pocos soldados que había en la ciudad y abandonó a la población a su suerte. Todos aquellos que se negaron a abandonar sus casas fueron masacrados por Boudica, que en ningún momento tomó prisioneros. Por medio de ejecuciones, sacrificios y cruentos rituales, los celtas acabaron con la vida de todos los celtas que encontraron a su paso y prendieron fuego a la ciudad.
       El siguiente objetivo de los celtas fue Verulamium, población que corrió la misma suerte que las anteriores. Tácito fecha en 70.000 los romanos y celtas prorromanos que murieron en estos enfrentamientos, mientras que Dión Casio sitúa la cifra en 80.000.

La respuesta romana
       Tras reunir bajo su mando a la XIV Legión, algunos soldados de la vigésima y tropas auxiliares de los territorios cercanos, Suetonio decidió presentar batalla a Boudica. Como lugar de batalla, eligió una amplia llanura cercana al Támesis y precedida de una angosta entrada que anulaba la ventaja numérica de los celtas. Dispuso a sus legionarios en el centro de la formación, rodeados por la infantería ligera, y situó a la caballería al frente de las alas.
        Boudica llegó a la llanura montada en su carro de guerra y acompañada de sus dos hijas. Las tropas celtas eran muy numerosas pero estaban desorganizadas y divididas y nada pudieron hacer frente al orden y la disciplina romanas. Además cometieron un gran error, situaron los carros de transporte detrás de ellos, ya que querían que sus familiares fueran testigos de su victoria, y esto les entorpecía la retirada. Suetonio se dio cuenta de este hecho y fue entonces cuando supo que había ganado.
        En sus Anales, Tácito recoge la gran arenga que la reina Boudica dedicó a sus tropas: "Si bien es cierto que los britanos suelen luchar a las órdenes de sus mujeres, en esta ocasión no vengo como descendiente de tan ilustres antepasados, a reivindicar mi reino y mis riquezas, sino como una más del pueblo, a vengarme de la pérdida de mi libertad, de las lesiones causadas en mi cuerpo por los golpes y del atropello a la integridad de mis hijas. Hasta tal punto se han degradado las pasiones de los romanos que no dejan nada sin mancillar, ni tan siquiera la vejez o la virginidad. Pero los dioses están con nosotros para una justa venganza, por eso ha caído una legión que se atrevió a luchar y las demás se esconden en los campamentos y miran a su alrededor buscando la huida. No pueden soportar ni el estrépito no los gritos de tantos miles de luchadores, cuanto menos su acometida y su choque. Pensad en la cantidad de guerreros que tenemos y en las causas de la guerra, es necesario vencer o morir en esta batalla. Esto es lo que yo, como mujer, he resuelto. ¡Allá vosotros los varones si queréis vivir siendo esclavos!".
        Suetonio también animó a los suyos al combate: "Haced oídos sordos a los gritos de los bárbaros y a sus vanas amenazas, pues entre ellos se divisan más mujeres que hombres jóvenes. Débiles y desarmados como han sido puestos en fuga tantas veces, huirán inmediatamente en el momento en que reconozcan las armas y el valor de quienes les han vencido. Incluso en ejércitos de muchas legiones, son unos cuantos los que deciden las batallas. A nuestra gloria contribuirá el hecho de que, a pesar de ser un reducido grupo, conseguiremos la fama correspondiente a un ejército entero".
        Un gran entusiasmo siguió a las palabras del general y poco después Boudica dio la señal de ataque. Los romanos permanecieron inmóviles, aprovechando la protección que les ofrecía el terreno, y abatieron a los celtas a distancia, sirviéndose de sus lanzas. Después comenzaron a avanzar en cuña, mientras la caballería arrollaba y dividía las tropas celtas, entre las cuales comenzó a extenderse el miedo y el desánimo. Ante el imparable paso de los romanos, los celtas trataron de huir, lo que dio lugar a una gran desbandada en la que los guerreros se empujaban unos a otros. Muchos murieron junto a los carros, aplastados por sus propios compañeros, o bajo las armas de los romanos, que no mostraron ningún signo de piedad.
       La represión continuó incluso después de la batalla, pues Nerón envió nuevas tropas a Britania para acabar con cualquier resto de rebelión.

La muerte de Boudica
        El final de Boudica no se conoce con seguridad. Según Dión Casio, la reina cayó enferma tras la batalla y murió poco después. Otras fuentes afirman que se sirvió de veneno para quitarse la vida y evitar ser capturada por los romanos. Sus guerreros más leales la acompañaron en su final y le dieron un gran entierro, manteniendo el lugar de su sepultura en secreto.
        La figura de Boudica cayó en el olvido durante mucho tiempo, hasta que fue redescubierta en el Renacimiento gracias a los escritos de los historiadores Dión Casio y Tácito. Sus hazañas le permitieron obtener una gran importancia en Inglaterra, especialmente en época victoriana, donde fue vinculada a la reina Victoria.
        En 1905 fue colocada, cerca del Palacio de Westminster, una escultura que representa a la reina Boudica montada en su carro de guerra y acompañada de sus dos hijas. Esta obra, que aún hoy puede contemplarse en su emplazamiento original, fue realizada por el escultor Thomas Thornycroft y financiada por el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, y constituye un tributo a esta indómita reina, a su valentía, fuerza y deseo de libertad.

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 Bibliografía:
-AA.VV., Historia de Roma. Tomo II. El Imperio Romano, Madrid, Cátedra, 1989.
-CASIO, D., Historia Romana, Libro LXII.
-KOVALIOV, S.I., Historia de Roma, Madrid, Akal, 1989.
-TÁCITO, Anales, Madrid, Alianza Editorial, 2008.
Documental:
-Boudica. La reina guerrera, Canal Historia, 2006.


1 comentario:

  1. Gran guerrera con un cabello digno de los cuadros de Dante Gabriel Rossetti. Sin duda alguna, Boudica podría ser una figura cinematográfica, ya que tiene un aroma similar a la ficticia Khaleesi de Juego de Tronos.

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