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domingo, 1 de septiembre de 2019

La tragedia del Erebus y el Terror, los barcos perdidos en el Ártico

Expedición de Franklin atrapada en el Ártico. Fuente: www.amctv.es
    En 1845 dos barcos de la Armada Real partieron de Inglaterra con la misión de explorar el Ártico y hallar el último tramo del Paso del Noroeste. Tras quedar inmovilizados por el hielo, sus tripulantes se vieron obligados a realizar una marcha a pie de más de mil kilómetros en un intento desesperado por regresar a casa.

LA BÚSQUEDA DEL PASO DEL NOROESTE
    Desde finales del siglo XV, Inglaterra financió numerosas expediciones con el fin de descubrir una ruta marítima que permitiera acortar los viajes entre Europa y Asia. Su busqueda se centró en el norte del continente americano y se fue desplazando hacia el Ártico, donde se esperaba encontrar un enlace entre los océanos Atlántico y Pacífico, el llamado Paso del Noroeste.
    Esta búsqueda se reavivó a comienzos del siglo XIX, dando lugar a una serie de viajes de exploración que condujeron a importantes descubrimientos pero también a terribles fracasos. Entre ellos se encuentra el liderado por Sir John Franklin, que supuso uno de los episodios más trágicos de la historia de la expedición ártica.

INICIO DEL VIAJE
Sir John Franklin. Fuente: wikipedia.org
    En 1845 John Barrow, jefe del Almirantazgo británico, decidió organizar una ambiciosa expedición que pusiera fin a la búsqueda del ansiado paso. En ella participaron el H.M.S. Erebus y el H.M.S. Terror, dos bombardas construidas con la tecnologia más avanzada de la época.
    Eran robustas embarcaciones de tres palos que ya habían demostrado su valía en anteriores expediciones al Ártico. Se movían impulsadas por motores de locomotoras de ferrocarril y sus hélices y cascos habían sido reforzados para aumentar su resistencia frente al hielo. Contaban con sistema propio de calefacción, una amplia biblioteca y reservas de provisiones para tres años.
    El mando del Erebus fue asignado al joven oficial James Fitzames y el del Terror al veterano capitán Francis Crozier. El puesto de mando de la expedición fue bastante discutido pero finalmente se concedió al contraalmirante Sir John Franklin, un hombre en quien ni Barrow ni la Marina confiaban. Aunque contaba con una amplia experiencia en el Ártico, todas sus expediciones habían acabado en fracaso.
    Los barcos partieron el 19 de mayo del puerto de Greenhithe, Inglaterra, acompañados del H.M.S. Rattler y un buque de transporte. Tras realizar una breve parada en el norte de Escocia se dirigieron a la bahía Disko, en la costa oeste de Groenlandia. Desde este lugar, el Erebus y el Terror continuaron en solitario su viaje hacia el Ártico.
   Fueron vistos por última vez a finales de verano en la bahía de Baffin, donde se habían detenido a la espera de condiciones meteorológicas favorables. Tras adentrarse en el estrecho de Lancaster, ambos desaparecieron junto a sus 129 tripulantes.
El Erebus y el Terror en un fotograma de la serie The Terror. Fuente: www.amctv.es

EL DESTINO DE LA EXPEDICIÓN
  Los hechos posteriores fueron reconstruidos gracias a los hallazgos realizados por diversas expediciones de exploradores y científicos.
   Se sabe que los miembros de la expedición pasaron el primer invierno en la isla Beechey, donde levantaron un campamento improvisado. En este lugar enterraron a tres hombres que fallecieron por causas naturales.
   Al llegar la primavera circunnavegaron la isla Cornwallis, para después descender por el Estrecho de Franklin, situado entre las islas Príncipe de Gales y Somerset y la península de Boothia. Continuaron avanzando por la costa noroeste de la isla del Rey Guillemo hasta que, el 12 de septiembre de 1846, quedaron atrapados por el helo. Esto les llevó a pasar dos duros inviernos en el estrecho Victoria, que se cobraron la vida de 9 oficiales y 15 tripulantes, además de la del propio Franklin.
Recorrido seguido por la expedición de Franklin
    El 22 de abril de 1848, ante la imposibilidad de liberar los barcos, se dio la orden de abandonarlos. Crozier asumió el mando de la expedición y guio a los 105 supervivientes en una larga marcha hacia el sur para tratar de alcanzar el río Back, lo que les podría conducir a la Compañía de la Bahía de Hudson. Pero esto suponía cubrir una distancia de más de mil kilómetros a través del hielo y la nieve, un viaje para el que no estaban preparados.
    Desprovistos de la protección que les ofrecían los barcos, los miembros de la expedición tuvieron que hacer frente a las dificultades de un paraje terriblemente hostil. A las escasas horas de luz y bajísimas temperaturas se unían densas nevadas y fuertes vientos que hacían muy difícil su avance. Su paso también se veía lastrado por el peso de los botes salvavidas que arrastraban en trineos sobre la nieve. A ellos no solo habían subido sus últimas provisiones, sino también a aquellos compañeros que ya no podían desplazarse por sus propios medios y a los que se habían negado a dejar atrás.
Los hombres de Franklin fallecieron en su travesía a través del hielo. Óleo realizado por W. Thomas Smith. Museo Marítimo londres. Fuente:www.nationalgeographic.com.es
    La orientación no resultaba sencilla en un terreno tan llano y las presas de caza eran muy escasas. Por las marcas descubiertas en varios cuerpos se sabe que, en un intento por sobrevivir, algunos hombres recurrieron al canibalismo.
    A todos estos factores se sumaba el hecho de que los miembros de la expedición se encontraban afectados por varias enfermedades como la neumonía, la tuberculosis, el botulismo y el escorbuto. Sin embargo, se cree que el factor que más influyó en el deterioro de su salud fue la contaminación por plomo.
    Esta sustancia estaba presente en la comida enlatada, que había sido fabricada a bajo coste y de manera precipitada. La otra fuente de contaminación procedía de las reservas de agua dulce de los barcos, que conectaban el agua empleada por los motores con la del consumo humano. El plomo se fue acumulando en sus cuerpos provocándoles graves problemas físicos y mentales. Sus encías se volvieron negras y sangrantes y comenzaron a sufrir transtornos como confusión, debilidad muscular, comportamiento violento y pérdida de memoria
    Todo ello hizo que, uno a uno, los miembros de la expedición fueran muriendo víctimas del frío, el agotamiento, el hambre y las enfermedades. Los inuit de la zona, testigos de su trágico final declararían más tarde como los hombres de Franklin se iban desplomando sobre la nieve mientras avanzaban.

OPERACIONES DE RESCATE
    Tras tres años sin recibir noticias de la expedición el Almirantazgo, presionado por familiares y amigos de los desaparecidos, así como por el Parlamento y la prensa británica, decidió financiar una serie de expediciones de rescate. Estas se desarrollaron entre 1848 y 1854 y fueron apoyadas por expediciones privadas, así como por otras enviadas desde diversos países. Numerosos equipos se movilizaron tanto por tierra como por mar tratando de seguir el rastro de los barcos desaparecidos. A su paso encontraron diversos cuerpos y objetos abandonados pero ningún superviviente.
    En la primavera de 1848 fueron enviadas dos expediciones por mar. Una se adentró en el estrecho desde el Atlántico y la otra desde el Pacífico, de manera que acabaron convergiendo en 1850 en el canal Wellington, en la costa este de la isla de Beechey. Aquí descubrieron las tumbas de los tres tripulantes muertos en 1846.
    De forma paralela se envió una expedición por tierra dirigida por Sir John Richardson y el médico John Rae. Este entrevistó a los inuit, que afirmaron haber visto a un grupo de hombres caminando por la costa oeste de la isla del Rey Guillermo. Rae acudió a la zona descubriendo los cuerpos de 30 fallecidos, entre ellos el del capitán Crozier. Sus hallazgos fueron transmitidos al Almirantazgo, que declaró oficialmente muertos a todos los miembros de la expedición el 31 de marzo de 1854.
Lady Franklin. Fuente: wikipedia.org
    Pero esto no contentó a Lady Jane, esposa de Sir Franklin, que decidió organizar una nueva expedición. El papel de esta intrépida viajera en el impulso y financiación de las labores de búsqueda fue excepcional y su esfuerzo y tenacidad quedaron reflejados en la balada Lady Franklin´s Lament. De ella se dijo: "Lo que la nación no puede hacer lo hace una mujer".
    La expedición, dirigida por Francis Leopold McClintock y Lieutenant William R. Hobson, partió el 2 de julio de 1857 a bordo de la goleta Fox. A ellos se deben algunos de los hallazgos más relevantes, como un documento escrito que aporta valiosa información sobre el recorrido seguido por la expedición. Otro de sus importantes descubrimientos fue el de un bote salvavidas que contenía dos cuepos. Por su extraña orientación, pudo ser abandonado de manera precipitada por un grupo de hombres que decidió volver sobre sus pasos para regresar a los barcos.

EN LA ACTUALIDAD
    A pesar de su fracaso, Franklin y sus hombres fueronn retratados como héroes. las penalidades sufridas en su desventurado viaje sirvieron de inspiración para numerosos artistas que les dedicaron pinturas, canciones, poemas, obras teatrales y novelas. Todo ello permitió que su historia no cayera en el olvido y que el deseo de encontrar los barcos desaparecidos continuara hasta la actualidad. 
    La ubicación del Erebus y el Terror ha permanecido desconocida hasta nuestros días. Ambos barcos fueon finalmente hallados en 2014 y 2016 bajo las frías aguas del océano Ártico.

FUENTES
-Clark, B. Encontrados los restos de un naufragio tras 170 años. Recuperado de (http://nationalgeographic.com.es)
-Geiger, J., Mitchell, A. (1 de marzo de 2016). Franklin´s lost ship: The historic Discovery of H.M.S. Erebus. Recuperado de http://journalhosting.ucalgary.ca
-Gillies Ross, W., (1 de enero de 2002). The Type and Number of Expeditions in the Franklin Search 1847–1859. Recuperado de http://journalhosting.ucalgary.ca
-Keenleyside, A., Bertulli, M., Fricke, H. (21 de octubre de 1996). The Final Days of the Franklin Expedition: New Skeletal Evidence. Recuperado de http://journalhosting.ucalgary.ca
-National Geographic (29 de septiembre de 2016). Hallado el H.M.S. Terror, perdido en el Ártico hace 168 años. Recuperado de (http://nationalgeographic.com.es)
-National Geographic (13 de octubre, 2016). La expedición perdida de Franklin en el Ártico. Recuperado de (http://nationalgeographic.com.es)
-Stenton, D. (16 de abril de 2014). A Most Inhospitable Coast: The Report of Lieutenant William Hobson’s 1859 search for the Franklin Expedition on King William Island. Recuperado de http://journalhosting.ucalgary.ca
-Stenton, D., Keenleyside, A., Park, R. (27 de mayo de 2014). The “Boat Place” Burial: New Skeletal Evidence from the 1845 Franklin Expedition. Recuperado de http://journalhosting.ucalgary.ca
-Taichman, R., Gross, T., MacEachern, M. (1 de marzo de 2017). A Critical Assessment of the Oral Condition of the Crew of the Franklin Expedition. Recuperado de http://journalhosting.ucalgary.ca


domingo, 7 de mayo de 2017

Los héroes de Nome

Balto
Balto, F.G., Roth, 1925
      En el invierno de 1925 una terrible epidemia de difteria se extendió entre los habitantes del pequeño pueblo de Nome. Su única salvación residía en el equipo de mushers o corredores de trineo que habían sido elegidos para transportar las medicinas a través de las heladas tierras de Alaska.

Inicio de la enfermedad
      Nome era un pueblo situado en la península de Seward, a tan solo doscientos kilómetros del Círculo Polar Ártico. Había alcanzado un gran esplendor con la Fiebre del Oro del siglo XIX pero a inicios del siglo XX el oro se había agotado y el pueblo comenzaba a decaer.
      En el mes de diciembre de 1924 comenzaron a detectarse los primeros síntomas de una enfermedad que pondría en grave riesgo la vida de su población. Se trataba de la difteria, una enfermedad extremadamente contagiosa y con un alto índice de mortalidad entre los ancianos y niños menores de cinco años.
      No fue hasta el 20 de enero de 1925 cuando se diagnosticó oficialmente el primer caso de difteria en Bill Barnett, un niño de tres años. Pero las pocas reservas de toxina antidiftérica que quedaban en Nome, y que suponían en único remedio para combatir esta enfermedad, habían caducado. 
      Ante el creciente número de afectados el alcalde de Nome declaró la situación de cuarentena.

Nome
Nome, 1907
Petición de ayuda y organización del transporte
      El 22 de enero el Dr. Welch envió un telegrama a las principales ciudades de Alaska, así como al servicio de Salud Pública de Washington D.C., para informarles a cerca de la desesperada situación que estaban viviendo en Nome: "Epidemia de difteria casi inevitable aquí STOP Necesidad urgente de un millón de unidades de antitoxina STOP Correo es la única forma de transporte STOP Ya he pedido la antitoxina al Comisionado de Salud del Territorio STOP Hay como tres mil nativos en el distrito"
      La respuesta no se hizo esperar. El Servicio de Salud Pública localizó más de un millón de unidades de antitoxina en la costa este que fueron inmediatamente enviadas en barco hasta Seatle. Pero estas tardarían unos quince días en llegar a Seward y la situación en Nome era crítica. Para el 24 de enero ya se habían producido cuatro muertes, se habían confirmado más de veinte casos de difteria, cincuenta en riesgo y se calculaba que unas diez mil personas estaban amenazadas por la epidemia en la región.
      El 26 de enero John Beeseon, jefe de cirujanos del Hospital de Anchorage Railroad, informó de la existencia en su hospital de trescientas mil unidades de antitoxina. Estas no serían suficientes para detener la epidemia pero sí para contenerla mientras llegaba el cargamento que había sido enviado a Seatle.
Mapa de la Senda de Idirarod
Mapa de la Senda de Iditarod
      Pero el transporte de las medicinas a Nome no era fácil ya que esta población quedaba completamente aislada por el hielo entre los meses de noviembre y julio. El único medio de transporte posible eran los trineos tirados por perros. Por ello se decidió organizar una carrera por relevos para la que fueron elegidos los mejores mushers de la región. Estos deberían viajar noche y día a través de la llamada Senda de Iditarod que atravesaba la barrera interior de Alaska. En ella quedarían sometidos a bajísimas temperaturas y a condiciones climatológicas extremas. Además deberían superar peligrosos tramos sobre aguas heladas como los que transcurrían sobre los ríos Tanana y Yukón y sobre el Mar de Bering. 
      Para salvar algunos kilómetros, las medicionas fueron empaquetadas y entregadas al conductor Frank Knight, que las trasladó en tren hasta Nenana.

Trayecto
       A las nueve de la mañana del 27 de enero el primer musher, William Shannon, también conocido como "Wild Bill", partió de la estación de tren de Nenana llevando en su trineo el paquete con las antitoxinas. Pero al poco de iniciar el viaje comenzaron las dificultades. A excepción de Blackie, su perro líder, el resto de los perros del equipo eran inexpertos. El camino se encontraba en muy malas condiciones y las bajas temperaturas obligaron a Shannon a correr al lado de su trineo para evitar morir congelado. 
      Su equipo alcanzó el punto de relevo pero lo hizo en muy mal estado. Tres de sus perros no resistieron la dura travesía y él mismo sufrió de congelación en parte de su rostro.
       Los siguientes mushers no lo tuvieron más fácil. Las temperaturas rondaban los -60ºC y sobre ellos cayeron fuertes borrascas y tormentas de nieve que redujeron drásticamente la visibilidad. Aún así lograron transportar con éxito las medicinas hasta llegar al refugio de Shaktoolik, donde debía recogerlas Leonhard Seppala, el corredor más experimentado y a quien se había asignado el tramo más largo y peligroso. Pero Seppala había sido avisado con muy poca antelación y no llegó a tiempo al punto de relevo.
      Mientras tanto en Nome el número de afectados continuaba aumentado. La gravedad de la situación atrajo la atención de los principales periódicos de San Francisco, Washington D.C. y Nueva York y se decidió acelerar el transporte enviando más equipos de trineos al último tramo del camino. Todas las esperanzas estaban puestas en los mushers y sus perros.
Leonhard Seppala y Togo
Leonhard Seppala y Togo
      Para evitar ningún retraso, las antitoxinas fueron entregadas a Henry Ivanoff, que partió con el fin de encontrarse a Seppala por el camino. Pero la baja visibilidad hizo que su trineo chocase contra un reno. Tras un momento de confusión, Ivanoff se dispuso a preparar a su equipo para la marcha pero en ese momento le alcanzó Seppala. Tras recoger las medicinas dio la vuelta para regresar a Nome.
      Seppala era un musher de origen noruego, pero nacionalizado americano, que contaba con una gran fama como corredor y entrenador de huskies siberianos. Participó en el transporte con su equipo de veinte perros liderados por los hermanos Fritz y Togo. 
      A pesar de su avanzada edad, Togo logró guiar el trineo a través de la más absoluta oscurida y en un solo día cubrió una distancia de 135 kilómetros, hasta alcanzar el refugio de Isaac´s Point. Tras un breve descanso continuó su camino pero el deshielo le obligó a abandonar su peligrosa ruta a través de un río helado y dar un rodeo que suponía ascender los 1.500 metros de la montaña Little Macklinley. Después descendió hasta alcanzar el refugio de Golovin, donde lo esperaba el siguiente equipo, conducido por Charlie Olson.
     Tras recorrer la distancia que le había sido asignada, Olson entregó las medicinas al último miembro del relevo, Gunnar Kaasen, también de origen noruego y amigo de Seppala. Su perro líder fue sin duda el más famoso de toda la expedición y quien se llevó todo el posterior reconocimiento. 
      Se trataba de un husky siberiano llamado Balto, que logró guiar el trineo a través de una fuerte ventisca y una visibilidad tan baja que Kaasen apenas era capaz de ver los perros más cercanos al trineo. Fue precisamente esto lo que le llevó a saltarse el pueblo de Solomon, en el que debía hacer el relevo.
Gunnar Kaasen y Balto
Gunnar Kaasen y Balto
     Cuando se dio cuenta de lo sucedido Kaasen decidió continuar, pero su viaje se vio interrumpido por un fuerte golpe de viento que hizo volcar su trineo. El paquete que contenía las antitoxinas cayó a la nieve, obligando a Kaasen a quitarse los guantes para buscarlo en mitad de la oscridad. Tras unos angustiosos momentos, en los que sus manos quedaron dañadas a causa de la congelación, Kaasen logró encontrar las medicinas y continuar su camino.
      La madrugada del 2 de febrero alcanzó Point Safe con mayor antelación de la que se esperaba. El musher que debía relevarle aún estaba dormiendo por lo que Kassen decidió recorrer en su lugar los últimos 40 kilómetros que quedaban hasta Nome.
      Kassen llegó a Nome en la madrugada del 2 de febrero. Detuvo su trineo frente al Banco de Comerciantes y Mineros y, agotado, se desplomó ante las pocas personas que salieron a recibirle. Antes de caer exclamó "Daam fine dog" (joder con el perro) en referencia a la extraordinaria resistencia que había demostrado Balto.

Reconocimiento
      Los mushers y sus perros realizaron una gesta extraordinaria. Recorrieron en tan solo cinco días un trayecto que normalmente se cubría en veinticinco y su esfuerzo permitió salvar cientos de vidas.
      Su hazaña recibió el nombre de Carrera del Suero o de la Misericordia y sus participantes fueron declarados héroes. En su recuerdo se celebra cada año, en el mes de marzo, el llamado Iditarod Trail Sled Dog Race (Carrera de Trineos y Perros de la Senda de Iditarod). Este recorre la distancia entre Anchorage y Nome y el premio especial lleva el nombre de Seppala.
      En recuerdo de Balto, así como del resto de perros de la expedición, se construyeron varias estatuas. La más conocidas de todas fue realizada por F.G. Roth y se encuentra en el Central Park de Nueva York acompañada del siguiente lema: "Dedicado al espíritu indómito de estos perros polares que traspasaron en relevos la antitoxina a lo largo de casi mil kilómetros de ásperos hielos, aguas traicioneras y tormentas de nieve árticas en Nenana para llevar el alivio al desolado pueblo de Nome durante el invierno de 1925".

 Fuentes:
-GONZALEZ, D., Como unos perros salvaron cientos de vidas: La carrera del suero a Nome, fronterasblog.com
-www.baltostruestory.net
-www.misanimales.com/balto--la-historia-verdadera-del-perro-lobo
-www.mundoperros.es/balto-la-historia-real-del-perro-lobo
-Race for Life: Balto and the Hero Dogs of Alaska. www.visitnomealaska.com
-www.sibrescue.com/balto