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jueves, 4 de agosto de 2016

Las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides

El jardín de las Hespérides
       En su undécimo trabajo, Heracles recibió el encargo de conseguir tres manzanas de oro del Jardín de las Hespérides.
       
       Este lugar se encontraba cerca del monte Atlas y había sido entregado como regalo a los dioses Zeus y Hera el día de su matrimonio. Debía su nombre a las Hespérides, las tres ninfas del atardecer que lo cuidaban, y estaba custodiado por Ledo, un dragón de cien cabezas que siempre se mantenía despierto. 

       Para conseguir las manzanas Heracles debía adivinar primero el lugar en el que se encontraba el jardín. Para ello emprendió un largo viaje que le llevó a enfrentarse a todo tipo de criaturas.
Heracles liberando a Prometeo
       En primer lugar combatió contra Ares, el dios de la guerra, pero la lucha fue detenida por Zeus, que los separó con uno de sus rayos.

       Después visitó a las ninfas eritianas, y les preguntó sobre la localización del Jardín. Estas lo desconocían pero le aconsejaron visitar a Nereo, el dios del mar. Heracles se enfrentó a él inmovilizó su resbaladizo cuerpo  y le obligó a darle la información que necesitaba.
       
       Heracles cruzó el Cáucaso y en su camino se encontró con el titán Prometeo. El héroe mató de un flechazo al ave que lo torturaba y lo liberó de su castigo eterno. A cambio de su libertad, Prometeo le aconsejó que buscase a Atlas, ya que este podría ayudarle en su misión.
      
       Heracles se dirigió a África y pasó por Egipto, donde fue apresado por Busiris, un rey que cada año ofrecía en sacrificio a un extranjero para apaciguar la ira de sus dioses. El héroe logró escapar y matar al rey y después se enfrentó al gigante Anteo, quien lo desafió a un combate  a muerte.
       
       Tras un largo viaje Heracles encontró a Atlas, el titán que sostenía los pilares que separaban la tierra de los cielos. Heracles se ofreció a sostenerlos en su lugar y a cambio le pidió que cogiera por él las manzanas del Jardín de las Hespérides.

       Atlas así lo hizo pero a su regreso se negó a seguir cumpliendo con su castigo. Para poder escapar, Heracles pidió al titán que sujetase los pilares un tiempo, mientras el descasaba sus doloridos hombros. Atlas cayó en la trampa y cuando el mundo se encontraba de nuevo a sus espaldas, Heracles recogió las manzanas y emprendió su camino de regreso.

       Las manzanas de oro fueron entregadas al rey Euristeo quien a su vez se las devolvió a Hera, su legítima dueña. 

 Heracles y Atlas

 Bibliografía:
-AA.VV., Cultura Clásica, Edebé, Barcelona, 2004.
-AA.VV., Mitología clásica e iconografía cristiana, Madrid, Editorial Ramón Areces, 2010.
-HOPE MONCRIEFF, A.R., Mitología Clásica, Madrid, Edimat Libros, 2012.
 

1 comentario:

  1. Hay algunas fuentes que se aseguran que el engaño de Heracles a Atlas fue tal que así:

    Heracles: Atlas, antes de que te vayas, sujétame los pilares un instante, ya que tengo el calzoncillo metido en el ojete y ningún hombre debería sujetar estos pilares incomodo durante toda la eternidad.

    Atlas: Bueno vale, pero sin trucos.

    Heracles: Me llevo las manzanas. Adios pringao.

    Atlas: ¡¡¡Heracleeeees!!!

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